jueves, 10 de abril de 2008

El Ballet Azul


A comienzos de los años 50, un equipo colombiano maravilló al mundo con su fútbol exquisito. El buen gusto era innegociable para ese grupo y desde él acariciaron la perfección. Su juego era tan bello, como contundentes sus resultados. Surgido de la nada en una época de un incipiente profesionalismo, fue un ejemplo de lo que se puede hacer cuando el dinero se invierte con coherencia. Dirigido en sus inicios por el uruguayo Héctor Scarone, campeón del mundo en 1930, el gran ideólogo de este conjunto, como antes lo había sido de River Plate, fue el legendario futbolista argentino Adolfo Pedernera, en su doble función de entrenador-jugador.
Millonarios de Bogotá se convirtió en la principal referencia del fútbol sudamericano y pasó a la historia como uno de los mejores equipos jamás visto. Quienes tuvieron la fortuna de disfrutarlo no vacilan cuando aseguran que interpretó este juego como sólo lo han hecho los grandes. Si de Carlos Gardel se dice que cada día canta mejor, lo mismo sucede con Millonarios. La leyenda no ha dejado de crecer.
Instaurado el profesionalismo en 1948, el campeonato colombiano se convirtió en el más poderoso económicamente de América. Rompió el orden establecido y las grandes figuras comenzaron a poblar sus campos. Pedernera abrió el camino, que poco después recorrieron sus compatriotas y ex compañeros en River Néstor Raúl Rossi y Alfredo Di Stéfano.
Campeón en 1949, 51, 52 y 53, el dominio que ejerció Millonarios en Colombia fue insultante y extendió sus exhibiciones a los enfrentamientos amistosos con los mejores clubes de América y de Europa. River Plate, San Lorenzo, Vasco da Gama, Gremio, Corinthians, Botafogo o el Real Madrid fueron algunas de sus víctimas en una época en la que las competiciones internacionales de clubes, como la Copa Libertadores o la Intercontinental aún no habían nacido. Invitado por el Real Madrid para celebrar sus Bodas de Oro, Millonarios le goleó en el Santiago Bernabéu por 2-4, con dos tantos de Di Stéfano. En la devolución de visita a Bogotá, el Madrid volvió a ser derrotado por 2-1 y 2-0.
Cinco años de baile
La excelencia de este equipo llevó al fallecido locutor Carlos Arturo Rueda a bautizarlo como El Ballet Azul, apodo que ha sobrevivido y se ha agrandado con el paso de los años. En el campeonato local tomaron por costumbre obsequiar a sus rivales con cinco goles y se hizo famosa la expresión Cinco y baile. River y Gremio, entre otros, también sufrieron la manita de los colombianos.
Subcampeón de la Pequeña Copa del Mundo de Clubes en 1952, sólo superado por el Real Madrid, el título no se le escapó el año siguiente. Goleó por 5-1 a River Plate y por 4-0 al Rapid de Viena, en el que fue el último partido de Di Stéfano vestido de azul antes de fichar por el Real Madrid. El gran Alfredo se despidió con dos tantos.
La marcha de Di Stéfano fue el inicio de la descomposición de un equipo que elevó el regate a la categoría de arte y que logró que todos los jugadores pusieran su calidad al servicio del juego colectivo. Un juego en el que la vista siempre estaba puesta en la portería contraria.
Los argentinos Pedernera, Pipo Rossi, Di Stéfano, Hugo Reyes, Antonio Báez, Julio Cozzi y Reinaldo Mourín; los uruguayos Alcides Aguilera y Raúl Pini; el colombiano Francisco Zuluaga; el peruano Ismael Soria; el paraguayo Julio César Ramírez o el británico Billy Higgins, que llegó desde el Everton, fueron algunos de los principales intérpretes de ese baile que sólo duró cinco años.
Suspendida por la FIFA debido a la contratación de futbolistas sin el pase internacional, Colombia firmó en 1951 el Pacto de Lima, en el que se acordó que todos los jugadores fichados irregularmente debían regresar a sus países de origen antes de diciembre de 1954. Al Ballet Azul se le puso fecha de caducidad.
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